A medida que el reloj del cambio climático continúa su incesante cuenta atrás, se ha vuelto cada vez más claro que las grandes corporaciones no están cumpliendo su parte para frenar su avance. Según el reciente estudio Monitor de Responsabilidad Climática Corporativa 2023, del NewClimate Institute y Carbon Market Watch, existe una grave falta de acción a corto plazo y los objetivos de reducción de emisiones para 2030 son insuficientes. Este insuficiente compromiso climático, especialmente por parte de los gigantes corporativos, pone en peligro nuestro objetivo colectivo de limitar el calentamiento global a 1,5 grados.
Lo que es aún más alarmante es que las promesas y objetivos climáticos de estas corporaciones son, en su mayoría, estrategias de relaciones públicas meticulosamente orquestadas que se desvían significativamente de la realidad. "Nestlé", por ejemplo, promociona un objetivo de reducción del 50% en sus emisiones para 2030, pero la realidad muestra que su compromiso real sería de entre un 16 y un 21%. Este tipo de tergiversaciones es un indicador del engaño publicitario en el que estas empresas están inmersas.
La investigación también arroja luz sobre la insustancialidad de las prácticas de compensación de emisiones. Las corporaciones, como "Apple" y "Google", realizan afirmaciones de carbono neutralidad que solo cubren el 3% de sus emisiones totales. Esta desconcertante exclusión de la mayoría de las fuentes de emisiones en sus afirmaciones de neutralidad de carbono es un acto de engaño a los consumidores y demuestra una falta de integridad corporativa.
Es particularmente preocupante que tres cuartas partes de las empresas evaluadas planeen depender en gran medida de la compensación a través de proyectos relacionados con la silvicultura y el uso de la tierra. Este enfoque es problemático por varias razones, en particular, la no permanencia del almacenamiento de carbono biogénico y la inviabilidad de la demanda de créditos de carbono a escala.
A pesar de la urgencia de la acción climática en esta década crítica, los planes actuales de las empresas están muy lejos de lo que se necesita para la reducción de emisiones. Esto se ve reflejado en el hecho de que, desde la publicación del informe anterior, se ha hecho poco o ningún progreso en esta área.
Mirando más allá de 2030, las promesas de cero neto de estas empresas son también engañosas. Pese a los mensajes de greenwashing, la realidad es que el consenso científico apunta a que lograr ese cero neto requeriría reducciones de las emisiones actuales de al menos el 90% en la mayoría de los sectores. Sin embargo, los compromisos actuales de estas empresas equivalen a una reducción del 36%.
Esta desconexión entre las promesas corporativas y la acción climática necesaria para limitar el calentamiento global a 1,5 grados es alarmante. Se necesita una acción urgente por parte de los reguladores, las iniciativas voluntarias y las empresas para garantizar que las promesas de reducción de emisiones para 2030 sean significativas y reflejen la seriedad y la urgencia de la crisis climática en la que nos encontramos.
El compromiso medioambiental corporativo no puede ser meramente una táctica de marketing o una nota al pie de página en los informes anuales. En lugar de ello, debe ser una parte integral de la estrategia empresarial. Las empresas deben mirar más allá de la rentabilidad a corto plazo y considerar su papel y responsabilidad en la salvaguarda de nuestro planeta para las generaciones futuras.
La lucha contra el cambio climático requiere un esfuerzo colectivo. Si bien es importante que las empresas reduzcan sus emisiones, también debemos recordar que la acción individual es igual de crucial. Como consumidores, tenemos el poder de influir en las prácticas corporativas a través de nuestras elecciones de compra. Es hora de exigir más a nuestras corporaciones y de instarlas a ser más transparentes y honestas en sus compromisos climáticos.
En este camino crítico hacia la sostenibilidad, ya no basta con hacer promesas. Debemos exigir acciones, y estas acciones deben ser sustanciales, transparentes y alineadas con el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 grados. Es un camino difícil, pero no hay opción. La supervivencia de nuestro planeta depende de ello.
En definitiva, estamos en un punto de inflexión en nuestra lucha contra el cambio climático. Las grandes corporaciones, que han sido una fuente significativa de emisiones de gases de efecto invernadero, deben asumir la responsabilidad de su papel en la crisis climática y tomar medidas inmediatas y eficaces para reducir su huella de carbono.
Debemos exhortar a nuestros gobiernos a implementar regulaciones más estrictas y a hacer cumplir las existentes, garantizando que las empresas cumplan con sus compromisos climáticos y castigando a aquellas que no lo hagan. Es esencial una mayor transparencia para deshacerse de las tácticas de greenwashing y promover un cambio hacia prácticas empresariales verdaderamente sostenibles.
Como sociedad, debemos alentar a las empresas a priorizar la sostenibilidad a largo plazo por encima de las ganancias a corto plazo. Al mismo tiempo, como individuos, tenemos el poder de hacer una diferencia a través de nuestras elecciones y acciones cotidianas. Nuestro planeta ya no puede permitirse promesas vacías y medias medidas. Necesitamos acción, y la necesitamos ahora. La supervivencia de nuestro planeta y el futuro de las próximas generaciones dependen de ello.
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